Vírgenes suicidas



La virginidad es algo muy sobrevalorado. Ayer estaba viendo una película llamada Mustang, belleza salvaje, y lo que pensaba durante el día coincidió con un parlamento de esa cinta. Es como si la vida te diera la razón en algo que piensas, y es genial. En la película la protagonista le explicaba a sus hermanas que llegaría virgen al matrimonio, aunque se la pasaba teniendo sexo con su prometido. Vivían en Turquía, donde te casas y debes demostrar tu virginidad manchando las sábanas de tu luna de miel (¿En qué siglo están?). ¿Cómo lo iba a lograr? Pues fácil: se dejaba hacer todo por detrás y tenía su himen intacto. Así de sencillo.
Todo el día estuve pensando en la virginidad de nosotras. Tal parece que pese a lo arcaico que resulta, es algo muy valorado en nuestra “hipermoderna” “hiperbglobalizada” sociedad actual. Yo, por ejemplo, tengo una amiga que les dice a todos los manes que se quiere levantar que ella es virgen, y los manes caen como encantados, como polillas alrededor de un bombillo, creyendo que serán su primera vez. ¿Cómo no ven las demás polillas? Resulta un fastidio eso. Sabes que cuando vas a una fiesta con ella, vas a perderla refundida entre aleteos de polillas. ¿En realidad puedo tener una amiga así?… En fin.
Volvamos al tema. La virginidad de la mujer es algo que solo debería importarle a ella. No debería ser un asunto social sobre el que decidan los demás. La historia ha hecho del himen una virtud, cuando en realidad es solo una parte de tu cuerpo que vas dejar. Nos acostumbramos a rodear a la virginidad de un cuento de hadas y a hacer de nosotras unas princesitas. Pues no. Las princesas de verdad también traicionan a sus amigas, mienten a sus padres, se meten con quien no deben, se escapan del castillo para hacer cosas malas. Crees que vas a las fiestas con una dulce virgen de la mano, te descuidas un momento y luego te la encuentras chupando aguardiente en los brazos de tu príncipe azul. ¡Y leí que había épocas en las que “virginidad” y “virtud” significaban lo mismo! ¡Pff!

Las mujeres que usan su virginidad como un arma a favor alimentan el machismo de una sociedad que las verá siempre como un premio o una recompensa. Como si ese himen nunca hubiera sido de ellas y lo importante no fuera amar y ya. Amarse a ellas mismas y a la persona que se acerca buscando amar. ¡Simplemente amemos y ya! Y, por favor, no traicionen a nadie, que eso es muy feíto. Yo no quiero jugar ninguno de estos juegos.

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