trata

Hoy leí algo en el periódico que casi me hace llorar: cada año se registran 17.500 casos de trata de personas en el mundo. De esos, van más de 60 en lo que va de este año en Colombia. ¿Lo pueden imaginar? Combinar el secuestro, la esclavitud y el abuso sexual, de por vida, como una unión de todos tus miedos. Imposible pensar algo más aterrador.
No pude desayunar de solo pensar que Juana podía ser una de esas 60 víctimas de Colombia, 17.500 en el mundo. Sería solo un número más detrás de una gran historia de dolor. Tardé tanto en tomar la primera cucharada de mi cereal imaginando escenarios insufribles, que la leche se convirtió en un magma de hojuelas derretidas y bananos deshechos incomible. Dejé el plato servido en la mesa. Seguro mi hermano se lo comerá… Si es que aparece de sus juergas.
El periódico mencionaba que el problema de la trata en realidad es muy complejo. Hay un montón de organizaciones maquiavélicamente estructuradas que se pelean por el negocio. Es todo un proceso, desde los expertos en internet que siendo adultos lobos se disfrazan de ovejas adolescentes para que las más incautas caigan, hasta el traslado mismo, que es un secuestro donde la víctima va sin estar atada de manos, ni obligada a caminar, pues está engañada por la promesa de un futuro mejor, una relación de pareja o incluso una simple salida de fiesta. Es ahí donde mi cabeza hace cortocircuito y piensa que no puede ser el caso de Juana. ¿Qué podía desear ella en la vida que no tuviera ya? LO TENÍA TODO: dinero, fama, belleza, juventud, el novio soñado (aunque también puede ser digno de pesadilla), cabeza… No tiene sentido pensar que alguien como ella resulte en algo tan denso como la trata de personas. El miedo me hace imaginar lo peor… Imposible pensar que la engañaran con la falsa promesa de un futuro mejor. No puede ser. Su futuro ya era el mejor.
Luego vuelvo a repasar los detalles… Las pocas pistas que nos dejó: se grabó en una transmisión en vivo pidiendo ayuda; estaba arreglada, como si estuviera en una fiesta, bella a pesar de su desesperación.  Luego desactivaron sus cuentas en redes sociales. Los que la tienen saben que ella hizo ese live. Vieron que pidió ayuda. ¿No les preocupa haber sido vistos? ¿Nos están vigilando a los que alcanzamos a ver el live? Yo alcancé a preguntarle algo. Ellos también me vieron a mí ahí. ¿Debería cerrar mis redes? Tengo miedo. No pienso bien.La mayoría de víctimas de la trata de personas son mujeres. No debo añadir que lo son porque el fin que les espera es ser esclavizadas sexualmente en países lejanos. Es algo que aún me produce más tristeza, pues se aprovechan de la esperanza de las más vulnerables para luego hacerles lo peor. Hay que tener la sangre muy podrida para hacer algo así.

Juana, simi peor presentimiento es posible, si esta pesadilla puede ser real, resiste, trata de salir como sea, trata de hablarnos, yo voy a ir por ti a donde sea.

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